Los abuelos, la maravilla en el mundo de los niños; son las
personas más especiales para sentirse pleno, los cómplices en la diversión,
tristezas, alegrías, enojos, los que a pesar de todo estarán de tu lado y
defenderán aún de nuestros padres, los que te dan fortaleza para tomar la mejor
decisión, apoyan y comparten pláticas únicas, los que miraste grande de niño y
único de adulto.
La presencia y afecto emocional, aloja una seguridad importante
en el autoestima y desarrollo de los niñ@s; no son necesariamente lazos de
sangre los que unen a los niños con un ser denominado “abuelo”, puede ser
también esa persona mayor de cabellos plateados que frecuenta o es parte de tu
núcleo familiar y que ríe, juega y se divierte contigo, que espera tu llegada
para ofrecerte su tiempo y darte felicidad, que canta, crea, conversa historias
impresionantes y de forma espontánea te das cuenta que siempre está presente
para ti.
Un lugar muy especial en mi corazón para ustedes tata Roberto, abuelito Manuel, abuelita Chayo, abuelita Nena, cada uno me ha dejado grandes memorias.
Mi tata Roberto siempre un hombre activo, deportista, sociable en su entorno y de enseñanzas de la vida. Siempre llegaste con una paletita para tus nietas y 10 pesitos en el día de raya; nunca faltaba, crecí viendo cada diciembre llegar la canasta navideña que te daban como jubilado, ¡Era una de las sorpresas de la navidad! saber que era la canasta…(¿una maleta? ¿un carrito de ruedas?) y las galletas que venían dentro, así como el vino para inyectar el pavo con la abuelita, que días tan hermosos. Además, me enseñaste a manejar tú, era algo que decidiste dejar en mí, siendo responsable siempre en el volante.
Mi abuelito Manuel, recuerdo siempre verte en el patio de tu casa, en la famosa banca azul, jugando dominó o cartas, aprendí a jugar muy bien, por cierto, siempre que trabajabas con el tío Chuy, nos hacías la llamada a medio día, diciendo con mucho cariño mi niña, hermosa, bonita, chula, que quiero mucho, ¿Cómo está mija?, platicábamos y platicábamos; también visitándonos en casa de vez en cuando para disfrutar con nosotros.
Mi abuelita Chayo, una mujer siempre activa, que en casa tenía muchas plantas que utilizaba también como especies para cocinar y ofrecernos. Una de mis platillos favoritos que he tratado de hacer igual es el caldo de pollo y arroz rojo, ¡Mmm! delicioso las tortillas que nos hacías de harina simplemente únicas.
Mi abuelita Nena, en especial, llenaste mi corazón de amor hacia ti con tus detalles, siempre me has hecho feliz con tu presencia en mis cumpleaños, festividades, salidas familiares y más. Has logrado definir en mi vida lo que es tener una gran abuelita; me cuidaste de niña, viste por mí en momentos difíciles, me cantaste y cantamos juntas, reímos aún, me brindas siempre un plato de comida, platicamos y me cuentas tus magníficas historias, sobre todo ahora como mujer adulta. Confieso que me encanta llegar a tu casa, sentir los olores que me llevan a mi niñez, situarme en los espacios que me dieron felicidad; simplemente grandes recuerdos. Adoro que a mi edad me abraces y me brindes el momento especial que cada nieto necesita y que sé que no solo es para mí, sino para ti... “tiempo de calidad”. De grande seré como tú, gracias mi bella abuelita Ma. Elena.