Los árboles son una representación de la ascendencia y descendencia
humana, su semilla diminuta puede ser la planta que expanda oxígeno años y
hasta siglos, su existir en la tierra nos regala paisajes de distintos colores
que embellecen la tierra y vislumbran nuestra vista, sus raíces son el tesoro
escondido cimentado firmemente como fuente de vida, que sostienen un tronco
hidratado para hacer crecer las ramas y florezca dando frutos.
¡Árbol grande y frondoso, pulmón de nuestro respirar...el agua, la tierra y el
sol son tu alimento en la biodiversidad que te acompaña para crecer y
renacer!
La empatía enlaza sentimientos profundos para interpretar y entender los
ojos de mis abuelos a veces felices y en ocasiones tristes, me dí una pausa
para pensar y externar el por qué ellos añoran en diversas ocasiones vivencias
de su pasado. Las personas en el mundo venimos de un tronco familiar,
agraciados somos los que crecemos y sabemos nuestra descendencia,
habrá personas que en su reflejo abrazan lo bueno que tienen de su presente,
aunque desconozcan su raíz; en ambas realidades...en uno mismo está encontrar
su propia felicidad.
Generalmente el tronco familiar al que pertenecemos se puede asemejar a
lo que llamamos “Árbol genealógico”, pues en él, sus ramas representan a los
papás, hermanos, abuelos, bisabuelos, tíos y primos. Entonces al nacer ellos
son en primer momento parte de nuestra vida, son nuestro núcleo inicial, se
conviven años importantes en esta rama, ya que en la infancia detonan vínculos
fuertes en nuestra educación; costumbres, principios y valores importantes en
nuestra esencia y personalidad, también se adoptan conductas en dicho entorno.
Si cerramos los ojos y volvemos a esa época, seguramente nos alojaremos en
recuerdos significativos; somos una hoja del árbol que al crecer podrá dar
nuevos frutos para lograr ser autosuficientes, o bien, si en el transcurso
faltó control o hubo inseguridad, sobreprotección, algún tipo de violencia, el
camino se detiene sosteniendo la misma rama o quebrantándola.
Al crecer los seres humanos en la adolescencia y juventud empezamos a
conocer nuevos horizontes y caminos para tomar la decisión de nuestro andar, los
frutos que quiero formar…desde el estudio, trabajo, compañero o compañera
de vida, amigos que se vuelven importantes, hijos, un hogar nuevo. Sobre la
marcha van poco a apoco también cayendo por naturaleza ramas valiosas del
núcleo en el que nacimos, bisabuelos y abuelos, lo cual genera una tristeza
profunda, que el tiempo ayuda a sanar al saber que algún día volveremos a estar
con ellos.
Abuelitos...entonces pienso que ustedes han formado su familia, sus propios hijos, sus nietos...Ahora son ustedes los bisabuelos y abuelos, pasa el tiempo y aquellas personas que extrañan tener, que los recibieron al nacer, poco a poco han partido al cielo, no están físicamente, ahora son un recuerdo que llevan en el corazón, la despedida fue dura, sin ellos aquí muchas cosas cambiaron...los bisabuelos que les transmitían vida con su mirada tierna y juegos espontáneos, sus abuelos que los consentían y los hacían los niños más felices, sus papás que los protegían y enseñaban, sus hermanos y primos con los que se divertían y jugaban, sus amigos que los escuchaban, además alguien que los acompañó más de la mitad de su vida, su cónyuge; ESE LEGADO DE SERES, POCO A POCO LLAMADO POR DIOS ESTÁ EN OTRO LUGAR, NO ES QUE ESTÉN SOLOS AHORA...es un ciclo por el que muchos podríamos pasar, ahora ustedes son más fuertes al sostener el tronco que los trajo a este mundo, en el que Dios decidió que estuvieran. No son las mismas fuerzas, pero sí es la misma persona que en algún momento tuvo un tesoro y que ahora lo hizo más grande, solo que la primera parte la guarda y abraza con inmensa felicidad con imágenes en su mente y sonidos del corazón y que en ocasiones, apartado de todos, recuerdan con lágrimas de tristeza y añoranza, pues apreciarían volver a tenerlo tan solo un minuto.
Mis abuelos...No hay memoria del ayer, la compañía de su familia los
acoge, la remembranza de los años buenos que se quedaron atrás en sus pláticas
alimenta su alma (lo veo y lo vi en la luz de sus ojos), las risas,
espontaneidad y juegos de los nietos y bisnietos les dan más vida (lo mismo que
en su infancia transmitieron). Solo sé que en el cielo también les cuidan y
tienen su primer gran tesoro.
LG
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